LA VIDA DEL MONSEÑOR GIUSEPPE COGNATA

Hombre de Dios: elogio de su gloria..luminoso rayo de la Caridad de Cristo, “buen pastor”..testigo fiel de la Pascua del Señor, ilustre modelo de vida para cada alma cristiana

Nació en una familia de Agrigento en 1800. Desde niño demostró una riqueza de dotes y de talentos humanos : nobleza de sentimientos, agudeza de ingenio, voluntad firme y decisa, bondad difusiva... Estas cápacidades se potenciaron con una educación sabia y cristiana recibida, sobretodo por la madre, mujer pía e inteligente, fuerte y dinámica.

Cuando Peppino Cognato entró en el Colegio de San Basilio en Randazzo, primera obra del Reverendo Padre Bosco, tenía doce años y su corazón estaba listo para recibir la llamada a la vida sacerdotal y apostólica entre los salesianos; una vocación doliente, contrastada por su padre y su abuelo que tuvo un feliz éxito.

El 5 de Mayo 1908 el clérigo Giuseppe Cognata hizo su Profesión de fe a San Gregorio de Catania, entre las manos del Rector Mayor Reverendo Padre Michele Rua y el año después , el 29 Agosto 1909, recibió la Ordinación Sacerdotal en Acireale.

Se había licenciado ya en Letras y Filosofía y se acercaba a los jovenes no sólo como profesor y asistente, sino también como cura lleno de celo, fiel discípulo de San Francesxo de Sales, higo del Reverendo Padre Bosco. En realidad, había adquirido y armonizado de manera mirable la espiritualidad, el método, el estilo y las características de los dos Santos! La Caridad de Cristo se difunde desde su corazón grande y bueno hasta a los jovenes de Sicilia, Veneto y Marche

Monseñor Cognata fue soldado en la primera guerra mundial en Palermo, Trapani y Padova. En Trapani, en calidad de soldado, echó las cimientos de la obra salesiana que empezó a dirigir después de la guerra.

El nuevo director se distinguió en las varias actividades apostólicas siendo siempre disponible, incansable, apacible y sonriente. Construyó desde la nada la Iglesia dedicada a la Auxiliadora, se dedicó con empeño a la escuela, al oratorio. Fue director de obras y de almas.

Desde Trapani se mudó a Randazzo para dirigir el Colegio allí, después en Gualdo Tadino en Umbria y al final fue director del “Sagrado Corazón” de Roma. Ha sido siempre el reflejo de la bondad de Dios

Esta luz no podía quedarse escondida: el Santo Padre Pio XI, en el Consistoro del 16 Marzo 1933, nombró el Reverendo Padre Giuseppe Cognata, Obispo de Bova una diócesis de Calabria muy pobre y necesitada: una misión en Italia a nivel humano, civil, religioso, y espiritual. Centros pequeños, apartados entre las montañas, sin calles, agua, pan, escuelas y curas....

A través de sendas escarpadas y caminos de herradura, Monseñor Cognata, que había elegido como lema episcopal la expresión: “Caritas Christi urget nos”, quiso visitar y confortar no sólo todos los pueblecitos de la diócesis sino también los grupos de familias pobres diseminadas en los lugares más apartados e inacesible, sobre los montes de Bova o en las valles de l’Amendolea.

Se consagró en campo social y humano, pero sobretodo trabajó espiritualmente con coraje, ardor de caridad, fe en la ayuda de la Providencia.

Hombre de fe y de oración, creó una sociedad pía de jovenes generosas, dispuestas a trabajar con coraje y alegría, en los lugares más apartados, abandonados...así nació, en Bova Marina, el 8 de Diciembre 1933, la Congregación de las Salesianas Obladas del Sagrado Corazón.

El nuevo instituto, nacido por la Providencia según el espíritu salesiano, con un fin pastoral y misionero para ayudar la Iglesia local, creció y se desarrolló en pocos años, no sólo en las diócesis de Bova y Reggio, sino también en otros lugares de Calabria, Sicilia y Lazio favoreciendo muchas vocaciones.

La vida de las monjas era un canto de primavera, un himno de alegría en el sacrificio noble de donarse...

Las obras de Dios, normalmente están examinadas con la prueba del fuego.

En 1939 una tormenta infernal se desató contra el Fundador y su institución: Monseñor Cognata fue destituido de su dignidad y se fue muy lejos de sus hijas espirituales, viviendo en silencio y en soledad. Exilio, humillación y aniquilamiento fueron iluminados por la fe, animados por la esperanza, sublimados por la caridad que nunca termina.

En el tormento de esta dura prueba, el Fundador de las Obladas consumió heroicamente, en el Sacrificio de Cristo, su oblación orando, sufriendo, callando..donando a todos los que encontraba su sonrisa, su comprensión, su dulzura y su bondad...Per Crucem ad Lucem!

La cruz es esperanza, certeza de resurrección y de vida: el grano de trigo pudrido en el surco hondo, debía germinar y fructificar de manera abundante para la gloria del Señor.

El instituto de las Obladas, a pesar de su pobreza, siguió a crecer y a expanderse, por la gracia del Altísimo que ama inclinarse sobre los más pequeños.

Monseñor Giuseppe Cognata fue reintegrado al Episcopado durante la Pascua de 1962.

Participó al Concilio Vaticano II.. después volvió a ver a sus hijas espirituales...El 29 enero 1972, su Institudo tuvo el “decreto de elogio” por la Santa Sede.

Después de esta gloria, Monseñor acabó su larga vida terrena e se fue a ver a su Dios el 22 julio del mismo año, propio desde Pellaro, la primera sede de la actividad misionera.

Una grande y preciosa herencia

Monseñor Cognata sigue viviendo y trabajando en su Instituto con una presencia muy eficaz, aunque invisible...Sigue trazando el camino de la Oblación, difundiendo el reino de Dios, cantando con la voz y el corazón de sus hijas el himno sublime de la Caridad, que es aceptación feliz de la cruz, sacrificio de comunión, donación llena y amor absoluto.

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